Al fin y al cabo, todos somos
personas. Personas que vivimos día a día, sentimos a cada instante, y luchamos
a cada momento por aquello que nos llena, que nos hace felices, que nos hace
crecer como personas. A diario hay mil bocas que baten tu nombre haciendo el
pastel más amargo sobre tu persona, y ni siquiera eres consciente de ello.
Afortunadamente, a quienes nuestro futuro nos depara una vida humilde,
constante y trabajadora, estas críticas, vulgarmente dicho, no suponen algo esencial en nuestra vida la
mayoría de veces. Las palabras deberían ser el proyector de los hechos,
acciones y actitudes que adoptamos, y no tan sólo de los que adoptaremos.
En este caso, Sergio Ramos es un
claro ejemplo de superación. Tras las duras críticas en el mundo del periodismo
a nivel nacional e internacional, él no ha cesado de luchar por mejorar en su
ámbito moral y profesional: el fútbol. Es una figura que ha realzado las ganas
de seguir triunfando, un claro modelo de una persona que no ha vendido sus fallos
a la prensa, sino que, además de callarlos, los ha vuelto a revivir, con otro
acento diferente, “callando bocas” como suele decirse. La sociedad está inmersa
en un profundo materialismo, en una aguda superficialidad, y en un inestable
aunque notable vacío de valores. Tan sólo miran lo sencillo, lo aparente, lo
que todo el mundo ve; no son capaces de mostrar al mundo una imagen más humana,
no, muestran la cara más amarga, a fin de subir el número de espectadores y
llenarse los bolsillos, ¿a costa de qué? De la humanidad, del esparcimiento de
estiércol crítico sobre sus más fieles seguidores. ¿Dónde está la lógica? .Estoy
convencida de que, tras ese fallo que tuvo en aquel momento delante de ese
portero que estaba igual de asustado que él, la conciencia de Sergio Ramos
durante varios meses no pudo dormir. Sonará exagerado pero, por favor, ¿quién
podría dormir sabiendo que al día siguiente amanecería siendo el caos nacional
en cualquier rincón del país? Sin embargo, quienes reparten la noticia con los
adjetivos más crueles, en ocasiones, hacia este personaje del mundo deportivo,
qué bien duerme, ¿no? Estamos mal acostumbrados a aumentar nuestro ego a costa
de los fracasos y errores que cometen de los demás. Los seres humanos somos
detectives privados de cualquier fallo cometido por alguien que arrope nuestro
entorno para, entonces, atacar.
Sergio Ramos disfrutando de su triunfo con la Selección.
Como maestros/as, debemos constituir un claro horizonte de diversidad humana, moral, crítica y racional, echando
mano, si es posible, de la objetividad todo lo que podamos. Debemos aprender de
nuestros errores e intentar no repetirlos ya que, dicho de otro modo, somos los
bits que reproducirán esos niños a través de sus cuerpos y mentes, vulnerables
a cualquier tipo de aberración humana. Sin embargo, tenemos que ver con claridad
que el hecho de que una vez nos haya salido mal, no tiene por qué seguir siendo
así, sino que tenemos la capacidad de mejora, de innovación y de reforma.
Puedes caerte una vez, dos, tres… cometer mil fallos, pero la fuerza está en
saber
levantarse, y empezar a ver las cosas de un modo más distinto, más
humano, más tranquilo, pero más cercano.
En el segundo vídeo, cuando
Sergio Ramos debe lanzar nuevamente un penalti, siendo esta vez del brazo de la
Selección Española, debió tomar una decisión y, para ello, sentirse seguro,
decidido y animado. ¡Por supuesto que recordaría aquel penalti que llegó a la
Luna! Pero “que el temor a fallar, no te impida jugar” y “caerse está
permitido, pero levantarse es obligatorio”. Por tanto el miedo, como maestros,
no debe convertirse en nuestra brújula, pero tampoco en nuestro refugio a la
hora de tomar decisiones. A la hora de la verdad, deberemos hacer un balance
sobre las opciones que dispongamos, e intentar escoger la más adecuada para
engrandecer el futuro de cada uno de los niños que habiten nuestras aulas
durante ocho horas diarias, para ayudarles a que den un pasito más hacia lo que
será su vida real. A todo el mundo no va a gustarle lo que hagas, ni cómo lo
hagas, ¿a caso alguien es perfecto y adivino al mismo tiempo? Claro que no. Sin
embargo, lo importante no es que guste o deje de gustar, sino que sea de
provecho para nuestros niños.
Nadie puede predecir qué será de
nosotros una vez finalicemos nuestros estudios, pero antes que una carrera
universitaria debemos comenzar construyendo nuestra propia racionalidad,
estudiando nuestro norte y nuestro sur, formándonos humanamente como los
mejores guías posibles para ellos.
¿Lo conseguiremos?
Número 2. Ave María - David Bisbal
En el primer vídeo observamos el videoclip oficial de la canción "Ave María", interpretada por David Bisbal, en el que este último desprende mucha energía e ilusión por lo que está haciendo, en este caso, cantar esta canción, rondando el año 2001. Sin embargo, en el segundo vídeo aparece el mismo protagonista acompañado de la misma canción cantándola, esta vez, en una versión balada más tranquila, en años posteriores y más actuales que el del primer vídeo, también manifestando una buena actitud ante su interpretación.
David Bisbal, al ser un artista conocido a nivel mundial y músico al mismo tiempo, debe mantener esa ilusión por la música, y seguir desprendiendo energía positiva a los espectadores para que la actuación no carezca de calidad. Para ello, debe continuar luchando por mantener esas
ganas por cantar y seguir componiendo y, además, por no vetar jamás el mensaje y representación de sus canciones.
David Bisbal cantando en un concierto.
Como maestros, debemos conservar e incluso, en la medida de lo posible, aumentar, por muy rápido o lento que pase el tiempo, esa
ilusión por seguir educando a niños que, tarde o temprano, podrán llegar a ser personas de provecho, procurando que todo aquello que les transmitamos lo puedan recordar durante toda su
vida. Es muy importante nuestra actitud en esta profesión ya que, además de trabajar con
niños, trataremos frecuentemente con sus respectivos padres. En función de lo que demos a entender a estos, podremos ser "buenos" o "malos" maestros. Nuestra labor como docentes no sólo debe definirse como una "profesión", sino como una "
motivación" hacia el futuro en el mundo de la educación, afrontando la monotonía con fuerza, ganas e ilusión, haciendo de la rutina nuestra compañía.
Desde mi punto de vista, lo más importante de lo que debe ser consciente un maestro es que, aunque hagamos la misma función cien veces, siempre lo tendremos que hacer con la misma
fuerza, ya que cada vez que lo hagas, para ti será la número veinte, pero para cada niño que habite en tu aula será la primera vez, y no habrá más oportunidades de vivir lo que junto a ti puedan experimentar, aprender y conocer.
Número 3. Vídeo de Robinson
Robinson en su vídeo realiza una crítica social en el mundo de la docencia, ya que la profesión de maestro/a continúa siendo objeto de opiniones sobre su desempeño o su consideración a nivel profesional. La docencia es una rama que constantemente es discutida, debatida e infravalorada. La gente es muy ignorante el decir que "cualquiera puede ser profesor, y dar clase a cualquier persona". Sin embargo, todo esto es culpa de la historia que precede al
presente, en la cual para ser maestro/a no era necesario estar cualificado, tan sólo querer hacerlo y disponer de unas formas mínimas.
Atendiendo a lo expuesto por Robinson en el vídeo, la
creatividad es la forma más eficaz que debe plantearse a la hora de crear o reformar un
sistema educativo ya vigente. Esta idea, por supuesto, la comparto al cien por cien ya que, como maestros/as, debemos ser creativos constantemente, debemos manifestar nuestra vocación por la docencia a través de la innovación y las ideas que puedan plantearse en nuestras mentes. Sin embargo, por desgracia, en muchísimas ocasiones "la educación mata la creatividad". Los
niños son una fuente de creación constante y, a veces, queriendo o sin querer, no atenemos a esa imaginación en activo, prefiriendo continuar con esas pautas conductuales y profesionales que ya traíamos antes de entrar al aula.
Ken Robinson
Pero...¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo seguiremos siendo el picadillo de la sociedad, hasta cuándo seguiremos provocando el suicidio de miles de cabecitas que no cesan ni un segundo de preguntarse ese "¿por qué?" sobre las cosas que les rodean? Debemos demostrar nuestra profesionalidad a través de nuestras acciones, y no de nuestras palabras, organizaciones, o pautas. Además de educadores
profesionales, ante todo, somos
personas, cosa que se olvida en determinados momentos o situaciones como consecuencia de la adopción del poder en las aulas. Siendo maestros/as, debemos tener en cuenta que muchas veces tendremos que sublimar en nuestras
decisiones ya que, nos guste o no, continuamos estando limitados.
¿Hasta dónde llegará todo esto?